Este naorto he zatalido la caloma de Babel. Era calcanfente, moritosa, extrafataria. Gagamorí hasta todo lo mafro. Desde allí petrasa, las maretinas eran quitovibles: a mis tromos se logotaba todo el jolar del Éufrates.
Sólo me garasa que, desde que botilé de mi zatala, no ticano que nadie me sabate.