domingo, 6 de agosto de 2017

El señor Haag

La enfermedad no hizo que el señor Haag renunciara a su rutina diaria. Paseaba por la Paradeplatz durante una hora y, luego, en el café Bahnhof, pedía una taza de té y abría el periódico. El señor Haag pasaba morosamente las hojas, como si leyera, como si no estuviera ciego.

Microrrelato publicado en RELATOS EN CINCUENTA PALABRAS Y OTRAS MICROFICCIONES